INMACULADA JABATO. PERIODISTA.
10/01/2010
Me cuesta despegar los ojos del ordenador. He terminado de leer la noticia pero me siento incapaz de pasar a otra cosa: “Turquía, enterrada viva, dieciséis años, tenía tierra en las manos, se negaba a casarse con quien su padre había decidido. Cuando la cubrieron de tierra estaba totalmente consciente.
En esta parte del mundo donde vivo, en Andalucía, hay una reunión de mujeres al más alto nivel lideradas por la ministra de igualdad, Bibiana Aído. Comparten reflexiones con el Presidente de la Junta y otros responsables de áreas de poder para elevar a público la necesidad de que las mujeres estemos en todos los ámbitos de la sociedad .De igual a igual. Sin diferencias de exigencia en el rendimiento, en el currículum, en aspiraciones, dedicación, salario, ambición profesional, etc… Y lo hacen desde el diálogo y laargumentación incontestable. Porque se sienten legítimas representantes en democracia de la mayoría absoluta. Las conclusiones se presentaran aprovechando los foros que la presidencia europea posibilitara a España.
Es mas que seguro que se podría hablar de muchas otras cosas, de violencia, malos tratos discriminación, desigualdad…pero sabemos que todo eso cambiaría si tuviésemos el poder que reclamamos. La necesidad de la mirada de la mujer es imprescindible para luchar por esa justicia y libertad que el presidente del gobierno considera la “ razón” de todos los pueblos. Luego, si no hemos aprovechado el despliegue informativo inusual en temas feministas, como pueden todavía algunos acusarnos de revanchismo, de odio al hombre, o de otras acusaciones amazónicas.
Las mujeres feministas estamos manteniendo una actitud ejemplar. Trabajando en cualquier lugar desde donde mejorar las condiciones igualitarias de la vida en común, y sobre todo sin caer en la provocación de ese “neomachismo” (en palabras de Amparo Rubiales), que tanta complicidad recibe y que encuentra salida en iniciativas de un grandísimo impacto ya sea en medios de comunicación o en sentencias jurídicas tan escandalosas como las que esta semana hablaban de “falta de alevosía” de un marido que golpea hasta dejar a su mujer tetrapléjica, o la rebaja de una condena porque las lesiones, consecuencia de una violación, no son un delito aparte, sino las heridas propias a una mujer que no consiente.
Las mujeres feministas nos sentimos ya respaldadas por muchos buenos compañeros, por muchos representantes políticos y lo que es más importante por unas leyes que nos hacen sentir ciudadanas de pleno derecho, por lo que tenemos absolutamente claro que no hay marcha atrás. Sólo este convencimiento ha conseguido que pueda despegar mis ojos de la noticia de una niñita enterrada viva. Quería ser libre.