Mercedes Rueda Fernández
¡Pues vengo yo poco repleta de oxitocina como para encontrarme con la muralla del diccionario, vestigio machista donde los haya, y que me lleve adonde no quiera ir!. ¿Yo tengo que adaptarme al ordenador en mis clases y los próceres de la lengua esperan sentados a ver si pasa el temporal feminista?. Pues va a ser que no. Ya conocen mi disconformidad con la RAE y paso. Y, además, ¿saben lo que les digo?. Que las mujeres tenemos también nuestro propio lenguaje que cumple la función más esencial: entenderse. Y eso lo conseguimos. Somos bilingües. En todo.
Bueno pues el 14 y 15 de noviembre estuve en Córdoba en “el” Feminario (¿no ven? Me lo subraya como incorrecto. Paso). En él tratamos de profundizar en que “los derechos de las mujeres son también derechos humanos”. ¿Obvio, no?. Pues no tanto a tenor de la repercusión mediática donde el micromachismo, machismo soterrado, enarboló las más viejas maniobras de ningunear, caricaturizar y no tomar en serio lo que allí se dijo. Nosotras sabemos que son coletazos al océano, allá lejos, y somos conscientes de que cada vez que se nos defenestra, como la iglesia católica y la derecha más reaccionaria por medio de su brazo de papel impreso efímero, más confortadas nos dejan. Cada vez que abren su boca es un empujón hacia delante para nosotras porque no tienen argumentos. Así que calladitos estarían mejor. Pero por mí que hablen porque ¿qué decía el Quijote?. “Hablan, luego cabalgamos”. Somos cultas, además.
Sacamos bastantes conclusiones y sobre todo miramos al mundo con ojos de mujer, que somos más de la mitad de la población mundial. Sabemos que hay que seguir trabajando mientras las mujeres de África, Latinoamérica y Asia estén sólo en la fase de supervivencia. Sabemos que las musulmanas se siguen rigiendo por el Corán y eso es una verguenza. Sabemos que las latinoamoericanas piden ayuda a gritos tirando de nuestra mirada que se desdobla. Sabemos que las que pensamos que la mujer tiene derecho a decidir sobre su propio cuerpo y sexualidad somos consideradas herejas (otra vez no me lo acepta) pero no nos borran de la lista que engruesa lo ficticio de las religiones. Sabemos que conseguiremos desenmascarar a los maltratadores. Sabemos que estamos en el siglo XXI y que conseguiremos la igualdad real y sin armas ni violencias, sólo con la razón, la palabra, el diálogo y la perseverancia incombustible. No nos van a mover del camino que ya hemos conquistado y de ahí hacia adelante. Imparables.
Tenemos como aliada la oxitocina. ¿Que qué es?. Es la hormona de la afectividad, el buen humor, la risa, los pensamientos positivos, la confianza mutua, la tolerancia, el respeto y la decisión de disfrutar de la vida. Deseamos atraer a hombres y mujeres a participar de este apasionante y buen rollo. Sabemos esperar. Mientras tanto, a vivir. ¡ No se creerían lo que podemos conseguir las mujeres solas!. Tiren alto y acertarán. Caliente, caliente…
23 de Noviembre 2009