Como feminista
me gustaría hablar de muchas cosas .Conozco perfectamente mi realidad de género y todo lo que ha cambiado a mejor desde que soy mayor de edad. Pero mi compromiso militante me obliga a parar para reflexionar cada vez que noticias relacionadas con la violencia interrumpen el devenir normal de una vida garantizada en un Estado de Derecho .O peor ,cada vez que me siento obligada porque aparecen las cifras de un macabro recuento: Hoy las noticias publican datos recabados por el Ministerio de Igualdad :Dieciséis mujeres (siempre el temor de que esta cifra no sea exacta cuando lees este artículo) asesinadas por sus parejas en lo que va de año. ¿Alguien puede imaginar la reacción social que provocaría una cifra así en crímenes de terrorismo político? ¿Reflejamos los Medios de Comunicación el alcance real de una mayoría social que ve conculcado un principio constitucional tan sagrado como el de la vida?
Aunque los Medios de Comunicación lo nieguen no hay ninguna información que pueda calificarse como objetiva. Nadie es capaz de contar “exclusivamente” lo que ocurre: nadie puede relatar hechos aislados de cualquier tipo de información. Cada vez que un o una periodista utiliza el lenguaje y decide con qué palabras, términos, expresiones, etc…se expresa, está haciendo una información cargada totalmente de opinión y lo que es más peligroso (aunque conlleve la pasión de nuestro trabajo,) de IDEOLOGÍA .En este marco es donde podemos analizar cómo reflejamos los Medios de Comunicación todo lo que respecta a la violencia de género ,o lo que es lo mismo ,la violencia ejercida sobre la mujer por hombres con los que tienen o han tenido una relación y que ,no está suficientemente protegida por el código penal.
Lo primero que percibimos es que en la radio, la televisión o la prensa escrita, el punto de vista es siempre masculino; ese será pues el que describa a la sociedad cómo son las circunstancias de estos crímenes: ”una pareja normal” ,..”no tenían desavenencias conocidas” ,”siempre iban juntos…”.En cuanto al agresor: ”un hombre normal” ,”un caballero…”,”trabajador y buen padre”…Así no es el caso de las víctimas ,a las que se les describe con todo lujo de detalles sin respetar su privacidad, con detalles morbosos sobre si había pedido el divorcio o no ,cuando no culpabilizándolas por el hecho de no haber denunciado nunca. Esto último es cierto, pero lo que esa mirada masculina no explica es que siete de cada diez mujeres asesinadas no han denunciado nunca, presas del terror de un torturador que se mueve por la vida con total impunidad y que tiene la suerte de contar con la complicidad de los vecinos y hasta de la propia familia que “sabían que pasaba algo pero pensaban que eran cosas de parejas…”
Quiero decir pues que la responsabilidad de los Medios en el cambio de mentalidad que necesitamos y para concienciar a la sociedad de que estamos ante un tema de terrorismo ,es absoluta ,puesto que mucha gente todavía no está correctamente posicionada en el rechazo a la violencia de género. Lo único que recibe, es la representación de cómo somos las mujeres por textos o fotos que hablan de nosotras sin que nosotras participemos directamente en esa definición . En este punto no sirve el argumento de las mujeres que hacen periodismo si su mirada, exenta de un compromiso feminista es totalmente travestida en una interpretación machista de la sociedad.
Así pues , el lenguaje exacto , la priorización correcta de la noticia ,la difusión de los cauces para que la mujer salga de la situación ,el apoyo social necesario y sobre todo , la claridad con que la sociedad perciba quién es la víctima y quién el delincuente, tendrían que situarnos en el lugar donde queremos estar: del lado de quienes están absolutamente legitimados porque su posición dista totalmente de cualquier enunciado machista. Y en ese lugar todavía hay muy pocos Medios de Comunicación que se planteen quiénes deben dar la imagen de las mujeres. La cuestión que reivindicamos no es que “nos dejen hablar” es, en igualdad y en justicia, poder construir nuestra propia imagen alejada de estereotipos (que acaban creyendo incluso algunas mujeres) y sentirnos dueñas de cómo participamos: como ciudadanas de pleno derecho a tomar la palabra , nuestra palabra.