Mercedes Rueda Fernández
Hemos conmemorado el día internacional contra la violencia de género, o sea los asesinatos y malos tratos hacia las mujeres por ser mujeres. Parece ser que aunque no disminuyen los casos de mujeres muertas, hay una cierta concienciación y espero que un mayor rechazo, aunque falto de compromiso, a este goteo continuo de sangre de mujeres a las que se les ha cortado la vida y todo por el abuso de fuerza, la falsa creencia en la propiedad y la connivencia de los allegados y no allegados que todavía no han entendido su responsabilidad en esta lacra social.

Pues bien. Esta lacra social no da para mucho apasionamiento ni rizar el rizo literario, ni siquiera para mí, una mujer comprometida desde que recuerdo contra la violencia en general y esta en particular. Pero este año, porque ya de repetir el desprecio y la impotencia que me producen estos hechos tengo que buscar otro camino a ver si voy acertando, quiero espolear permisividades y silencios. En primer lugar tendría que aclarar que no mezclemos churras con merinas porque voy a vigilar siempre que no se convierta en verdad lo que es falso. Cada vez que hay algo concreto sobre o de las mujeres se empieza a sacar el tema de las denuncias falsas, de que los hombres también son maltratados, etc, etc. No sé si no se enteran o que se sigue con la manipulación para desviar tema. Que no, que es verdad que hay hombres maltratados, pero que no los matan y no es violencia de género. Que no, que es verdad que existen denuncias falsas,  pero que eso va por otro lado, el de la maldad. Que el día 25 es contra las muertes y maltratos a las mujeres ¿está claro? y que mientras no estemos en el mismo punto de partida que no se intente desviar la atención. A ver si nos enteramos de una vez, que no voy a consentir desde aquí la confusión. Estoy hablando de miedo, de dolor, de posesión, de fuerza, de prepotencia, de esclavitud pura y dura de un ser humano por otro. Estoy hablando de muertes. Y no hay más en este día,  que no me van a llevar por donde no quiero. Esto tiene que acabar y lo primero es erradicar el envenenamiento de la opinión y la charlatanería. Ruido. Queremos silencio para poder llorarlas. Silencio y menos demagogia. Que no cuela. No cuela.

Se daría un paso con el compromiso real de la clase política. Todos. En mi argot se dice que no es que no lo sientan, sino que “no se lo creen”. Y, créanme, dentro del corazón, no se lo creen.

Si no  fuera así, en la marcha del domingo, si, contra la violencia de género, habrían asistido y  sólo un 16% de nuestros políticos municipales asistió con su cara y su compromiso público. A saber: 2 de 6 del PP, 1 de 16 del PSOE y 1 de 2 de IU. Sin embargo a la exposición canina, dicho sea de paso, fueron muchos más. Políticos digo. Había fotos oficiales. Lo entiendo, vaya si lo entiendo. Y no quiero hablar más. Ya me conocen. Y compárenlo con la procesión solemne de semana santa, por ejemplo. ¡Ay, esos golpes de pecho y esos bastones!. En fin, me callo.

Artículo 30 de Noviembre 2009